Imprimir esta página

Génesis - Capítulos 43:1 - 44:7

Publicado en Genesis

 Comenzamos nuestro estudio hoy del capítulo 43 del libro de Génesis. Y en este capítulo notamos que debido a la gravedad del hambre, los hijos de Jacob se ven obligados a regresar a Egipto acompañados en esta ocasión por su hermano menor Benjamín. Y una vez en Egipto, tienen una audiencia otra vez con José y le presentan a Benjamín. Ahora, José aún no se da a conocer a sus hermanos.

 Lo que les impulsa a viajar a Egipto de nuevo es, como dijimos, la gravedad del hambre. Si se hubiera disminuido el hambre, creemos que Simeón habría tenido que pasar toda su vida en la cárcel en Egipto, o por lo menos hasta cuando su hermano lo pusiera en libertad. Sin duda este capítulo 43, es otro de los capítulos dramáticos en el libro de Génesis. No conocemos nada que sea tan conmovedor como el encuentro de Benjamín con José. Leamos los primeros dos versículos de este capítulo 43 de Génesis:

1 El hambre era grande en la tierra; 2 y aconteció que cuando acabaron de comer el trigo que trajeron de Egipto, les dijo su padre: Volved, y comprad para nosotros un poco de alimento.  (Gén. 43:1-2)

Jacob se daba cuenta que morirían de hambre si no iban a Egipto. En el versículo 3, vemos que Judá es quien responde a su padre.

3 Respondió Judá, diciendo: Aquel varón nos protestó con ánimo resuelto, diciendo: No veréis mi rostro si no traéis a vuestro hermano con vosotros. (Gén. 43:3)

Al decir aquel varón, Judá por supuesto, se refiere a su hermano José, aunque ellos mismos no lo sabían todavía. Pero Judá continúa hablando en esta misma porción bíblica, y dice en los versículos 4 y 5 de este capítulo 43 de Génesis:

4 Si enviares a nuestro hermano con nosotros, descenderemos y te compraremos alimento. 5 Pero si no le enviares, no descenderemos; porque aquel varón nos dijo: No veréis mi rostro si no traéis a vuestro hermano con vosotros.  (Gen. 43:4-5)

José les había dado una orden y ellos la entendían muy bien. O llevaban a Benjamín, o no iban. Era así de sencillo. Ahora el pobre Jacob está realmente frustrado, como lo vemos en los versos 6 y 7 de este capítulo 43 de Génesis:

6 Dijo entonces Israel: ¿Por qué me hicisteis tanto mal, declarando al varón que teníais otro hermano? 7 Y ellos respondieron: Aquel varón nos preguntó expresamente por nosotros, y por nuestra familia, diciendo: ¿Vive aún vuestro padre? ¿Tenéis otro hermano? Y le declaramos conforme a estas palabras. ¿Acaso podíamos saber que él nos diría: Haced venir a vuestro hermano?  (Gén. 43:6,7)

Jacob no se daba cuenta que ya José lo sabía todo y así expresó su deseo de que sus hijos hubieran guardado silencio en cuanto a Benjamín. Los hermanos realmente eran muy razonables en su contestación a su padre. Y dijeron que no había sido su intención declararlo todo, pero que el varón egipcio había seguido indagándoles. José quería obtener su información y no dejaría de indagarles hasta cuando la obtuviera. Nosotros bien sabemos eso. Leamos entonces, los versículos 8 al 10 de Génesis, capítulo 43:

8 Entonces Judá dijo a Israel su padre: Envía al joven conmigo, y nos levantaremos e iremos, a fin de que vivamos y no muramos nosotros, y tú, y nuestros niños. 9 Yo te respondo por él; a mí me pedirás cuenta. Si yo no te lo vuelvo a traer, y si no lo pongo delante de ti, seré para ti el culpable para siempre; 10 pues si no nos hubiéramos detenido, ciertamente hubiéramos ya vuelto dos veces.  (Gen. 43:8-10)

Vemos pues, que Judá promete salir como fiador de Benjamín. Amigo oyente, usted y yo, tenemos un fiador hoy día: Jesucristo, quien procedió precisamente de la tribu de Judá. El Señor Jesús tomó aquel puesto y llegó a constituirse en mi fiador. Tomó el lugar mío y mi condena. A mí no me era posible cumplir los requisitos de Dios. Yo no podía satisfacer las normas Suyas. No podía llegar a Su nivel, pero el Señor Jesús intervino y llegó a constituirse en mi fiador, dando Su vida por mí. ¡Qué cuadro tenemos aquí, amigo oyente! Judá le dice al padre que ya pudieron haber estado de vuelta si Jacob hubiera dejado que salieran de inmediato. Leamos ahora los versículos 11 al 14:

11 Entonces Israel su padre les respondió: Pues que así es, hacedlo; tomad de lo mejor de la tierra en vuestros sacos, y llevad a aquel varón un presente, un poco de bálsamo, un poco de miel, aromas y mirra, nueces y almendras.  (Gén. 43:11)

Note usted que lo que le faltaba era grano, le faltaba pan, el sostén de la vida. Al parecer, tenían miel y especies. Así pues, Jacob dice que deben llevar al hombre algún regalo. “Vamos a halagarlo”, eso es lo que realmente quiere decir con el regalo. Sigamos leyendo ahora desde el versículo 12:

12 Y tomad en vuestras manos doble cantidad de dinero, y llevad en vuestra mano el dinero vuelto en las bocas de vuestros costales; quizá fue equivocación. 13 Tomad también a vuestro hermano, y levantaos, y volved a aquel varón. 14 Y el Dios Omnipotente os dé misericordia delante de aquel varón, y os suelte al otro vuestro hermano, y a este Benjamín. Y si he de ser privado de mis hijos, séalo. (Génesis 43:11- 14)

Jacob pues, tuvo que abandonar a Benjamín y dejar que acompañara a los otros hermanos.
Ahora, el versículo 15:

15 Entonces tomaron aquellos varones el presente, y tomaron en su mano doble cantidad de dinero, y a Benjamín; y se levantaron y descendieron a Egipto, y se presentaron delante de José.  (Gen. 43:15)

Este es un momento dramático.  Notemos que no son diez u once, sino todos los doce hijos que se reúnen ahora.  Leamos el versículo 16:

16 Y vio José a Benjamín con ellos, y dijo al mayordomo de su casa: Lleva a casa a esos hombres, y degüella una res y prepárala, pues estos hombres comerán conmigo al mediodía. (Gen. 43: 15-17)

Quizá podemos preguntarnos por qué José los invitó a su casa. Bueno, creemos que el motivo es muy obvio. No quería identificarse públicamente como hermano de ellos. Era un asunto personal.  Notemos entonces que según el verso 17:

17 E hizo el hombre como José dijo, y llevó a los hombres a casa de José.  (Gen. 43:17)

Ahora, el versículo 18 refleja la situación tensa que vivían los hermanos de José:

18 Entonces aquellos hombres tuvieron temor, cuando fueron llevados a casa de José, y decían: Por el dinero que fue devuelto en nuestros costales la primera vez nos han traído aquí, para tendernos lazo, y atacarnos, y tomarnos por siervos a nosotros, y a nuestros asnos.  (Gén. 43:18)

Estos hombres ahora sí que estaban aterrorizados. No podían imaginarse que él los convidaba a su casa para bien. Los había tratado tan ásperamente antes, y ahora los convida al almuerzo en su propia casa.

De nuevo, hay algo aquí, que bajo circunstancias ordinarias hubiera sido algo de qué jactarse. Amigo oyente, ¿no se jactaría usted si el presidente de su país le hubiera convidado a su casa para cenar con él? Seguramente usted lo consideraría un honor y privilegio maravilloso. Sin embargo, para estos hombres, tal invitación no les produjo ningún gozo. Y es que tenían un complejo de culpabilidad. Se sienten culpables con respecto a todo lo que les pasa porque ellos son los que vendieron a su hermano. La culpabilidad hace que el gozo se vuelva en miseria. En su temor se preguntan y comienzan a especular:  “¿Será posible que este hombre quiera hacernos
esclavos por causa del dinero que se hallaba en los sacos?”  Bueno, ellos realmente no habían

titubeado cuando decidieron vender a José como esclavo a la tierra de Egipto.  Notemos ahora en los versículos 19 al 21, lo siguiente:

19 Y se acercaron al mayordomo de la casa de José, y le hablaron a la entrada de la casa. 20 Y dijeron: Ay, señor nuestro, nosotros en realidad de verdad descendimos al principio a comprar alimentos. 21 Y aconteció que cuando llegamos al mesón y abrimos nuestros costales, he aquí el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, nuestro dinero en su justo peso; y lo hemos vuelto a traer con nosotros.  (Gen. 43:19-21)

Note usted que empiezan a disculparse. Aun se lo cuentan a este hombre quien evidentemente era un oficial.  Leamos el versículo 22:

22 Hemos también traído en nuestras manos otro dinero para comprar alimentos; nosotros no sabemos quién haya puesto nuestro dinero en nuestros costales. (Gén. 43:22)

Este oficial, aparentemente había recibido instrucciones sobre cómo responder, pues, en el versículo 23 dice:

23 El les respondió: Paz a vosotros, no temáis; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros costales; yo recibí vuestro dinero. Y sacó a Simeón a ellos. (Gen. 43: 23)

Evidentemente, el oficial había llegado a un conocimiento del Dios vivo y verdadero por medio del testimonio de José. Creemos que José le había dado a conocer su secreto, por lo menos en forma parcial. Cuando el hombre les dijo que él recibió el dinero, creemos que los aterrorizó aún más.  Veamos el versículo 24:

24 Y llevó aquel varón a los hombres a casa de José; y les dio agua, y lavaron sus pies, y dio de comer a sus asnos.  (Gen. 43:24)

Vemos aquí de nuevo la costumbre de lavar los pies. La vimos ya en la vida de Abraham y luego en la ciudad de Sodoma. Era la costumbre de aquel entonces. Ahora, los versículos 25 y 26 de Génesis, capítulo 43, dicen:

25 Y ellos prepararon el presente entretanto que venía José a mediodía, porque habían oído que allí habrían de comer pan. 26 Y vino José a casa, y ellos le trajeron el presente que tenían en su mano dentro de la casa, y se inclinaron ante él hasta la tierra. (Gén. 43:25)

Un vez más se inclinaron ante José y le trajeron el regalo. Recuerde usted que su padre les había dicho que llevaran un regalo a este hombre. Pero aquí los vemos inclinándose hasta la tierra. Eso, una vez más, es el cumplimiento de la profecía; los sueños de José se están cumpliendo. Ahora veamos los versículos 27 y 28:

27 Entonces les preguntó José cómo estaban, y dijo: ¿Vuestro padre, el anciano que dijisteis, lo pasa bien? ¿Vive todavía? 28 Y ellos respondieron: Bien va a tu siervo nuestro padre; aún vive. Y se inclinaron, e hicieron reverencia. (Gen. 43:27-28)

Vea usted este drama, amigo oyente. José sin duda está sentado en un lugar elevado, un lugar de eminencia. Estos hombres se inclinan ante él. Al levantarse ellos, José los mira frente a frente y ellos a su vez, lo miran a él. Les pregunta por el padre si aún vive y cómo le va a él. Es que José tiene mucho interés en esta respuesta porque también es su propio padre. Sus hermanos le contestan que su padre vive, que está muy bien, y luego se inclinan una vez más. ¿No le gustaría a usted tener una foto de eso? Ahora, Benjamín está con ellos y también se inclina. El sueño predijo que todos se inclinarían. Leamos ahora los versículos 29 y 30 de Génesis 43:

29 Y alzando José sus ojos vio a Benjamín su hermano, hijo de su madre, y dijo: ¿Es éste vuestro hermano menor, de quien me hablasteis? Y dijo: Dios tenga misericordia de ti, hijo mío. 30 Entonces José se apresuró, porque se conmovieron sus entrañas a causa de su hermano, y buscó dónde llorar; y entró en su cámara, y lloró allí. (Gen. 43:29-30)

Este es el momento en que se encuentra con su hermano verdadero, hijo de su propia madre y José no aguantó más y al verlo se conmovió su corazón. Pidió disculpas para dejarlos un momento. Quizá se excusó diciendo que alguien le estaba llamando por teléfono o bueno, lo que fuera la excusa de la cual se sirvió aquel día, pero lo cierto del caso es que salió del cuarto tan pronto como le fue posible. Entró en su cámara y lloró allí. Nunca jamás había pensado ver a sus hermanos, mucho menos a su hermano Benjamín. José seguramente ha cumplido más de 40 años. Benjamín es el menor, pero ya es un hombre joven. Sin duda, el hambre estaba llegando a su fin. Y podemos asumir que unos años han pasado desde la primera visita a Egipto de los hermanos. Por tanto, José se agobia de emoción y entra pues, en su cámara y llora. El versículo 31, dice:

31 Y lavó su rostro y salió, y se contuvo, y dijo: Poned pan.  (Gen. 43:31)

Este es un cuadro maravilloso de algo que todavía se ha de cumplir. Esperamos que usted lo vea. El profeta Zacarías nos dice que algún día Jesucristo se dará a conocer a Sus hermanos. Le van a preguntar acerca de las señales de los clavos en Sus manos y de su herida en el costado y les dirá en aquel día que las recibió en casa de Sus amigos. Luego, le conocerán y le reconocerán. Luego, ellos llorarán. Él es quien ha provisto la salvación para ellos. Él es quien les ha provisto la redención. Eso tendrá lugar cuando el Señor Jesús venga de nuevo a la tierra. Se revelará a Sus hermanos, la nación de Israel. Habrá un remanente que le conocerá. Habrá también muchos que no creyeron en Él cuando vino por primera vez, pero que entonces, lo reconocerán como su Mesías prometido. Recuerde usted que los hermanos de José fueron los mismos que lo entregaron a la esclavitud. Lo vendieron, se desprendieron de él. Ahora, se dará a conocer a sus hermanos. Algún día el Señor Jesucristo también hará eso.

Amigo cristiano que nos escucha, usted debe cuidarse mucho del antisemitismo. No importa cuán ciega haya sido la nación de Israel; ni importa lo que se señale hoy en día; ni que no siempre nos causen la mejor impresión. La verdad queda todavía y tenemos que reconocerla de que son los hermanos de nuestro Señor Jesucristo. Y vendrá el día cuando Él se dará a conocer a ellos. Leamos ahora el versículo 32:

32 Y pusieron para él aparte, y separadamente para ellos, y aparte para los egipcios que con él comían; porque los egipcios no pueden comer pan con los hebreos, lo cual es abominación a los egipcios.  (Gen. 43:32)

José regresó y ordenó que sirvieran la comida. Era un almuerzo extraordinario.  Los hermanos debieron haberse fijado en algunas cosas con respecto a esa comida, aunque estaban tan atemorizados. José no comió con los egipcios; los egipcios comieron aparte. José estaba separado de ellos. Los hermanos pudieron haber pensado que lo hacía simplemente porque José era de alto rango. Y ahora, leamos los versículos 33 y 34, versículos finales del capítulo 43 de Génesis, que dicen:

33 Y se sentaron delante de él, el mayor conforme a su primogenitura, y el menor conforme a su menor edad; y estaban aquellos hombres atónitos mirándose el uno al otro. 34 Y José tomó viandas de delante de sí para ellos; mas la porción de Benjamín era cinco veces mayor que cualquiera de las de ellos. Y bebieron, y se alegraron con él. (Gen. 43:33-34)

Note usted que los sentó en orden cronológico según sus edades. José puso tal vez tarjetas en la mesa y sentó a Rubén en su lugar propio; sentó también a Benjamín en su propio lugar. Todos los hermanos se sentaron en su debido orden. Y se quedaron atónitos preguntándose cómo era que él podía saber todo eso. Pero todavía no sospechan nada en cuanto a quién era él, porque están cegados. Note usted también que era él quien servía los platos, y de nuevo no pudo refrenarse demostrar sus sentimientos, su afecto por su propio hermano Benjamín y le sirvió cinco veces más que a los demás. El joven había pasado hambre y esta era la primera comida de la cual se gozaba en mucho tiempo.  El versículo 34 concluye diciendo:

Y bebieron, y se alegraron con él.  (Gen. 43:34)

Fue una ocasión verdaderamente gloriosa y así mismo será también un día glorioso, cuando Cristo se revele a Sus hermanos. De esta manera, amigo oyente, concluimos nuestro estudio del capítulo 43 del libro de Génesis.  Ahora, en el capítulo 44, José despide a sus hermanos con los

costales llenos de trigo, habiendo incluido su propia copa de plata en el costal de Benjamín. Envía luego al mayordomo a buscarlos, acusándolos de robar la copa. La copa es encontrada en el costal de Benjamín, y Judá procede a interceder elocuentemente por la vida de Benjamín.

Una vez más, tenemos aquí un capítulo dramático y maravilloso. José tiene otra cosa preparada en secreto cuando despide a sus hermanos con el trigo. Y es el examinar a sus hermanos con respecto a su afecto y amor para con Benjamín y su padre. No olvidemos que lo habían vendido a él como esclavo.  Ahora, José se preguntaría: ¿habrán cambiado de corazón? ¿Habría uno entre ellos que estuviera dispuesto a sacrificarse por su hermano? Le era necesario satisfacerse en cuanto a esto antes de darse a conocer a sus hermanos. La prueba que usa aquí le daría la evidencia absoluta de que sus hermanos no repetirían el episodio que él había experimentado antes en sus manos.

Judá se constituye en vocero del grupo y aquí se ve algo maravilloso. Está dispuesto a tomar el lugar de Benjamín, y su defensa elocuente a favor de Benjamín es uno de los pasajes más conmovedores en la Biblia. Leamos este relato en Génesis, capítulo 44. Vamos a leer los versículos 1 al 7:

1 Mandó José al mayordomo de su casa, diciendo: Llena de alimento los costales de estos varones, cuanto puedan llevar, y pon el dinero de cada uno en la boca de su costal. 2 Y pondrás mi copa, la copa de plata, en la boca del costal del menor, con el dinero de su trigo. Y él hizo como dijo José. 3 Venida la mañana, los hombres fueron despedidos con sus asnos. 4 Habiendo ellos salido de la ciudad, de la que aún no se habían alejado, dijo José a su mayordomo: Levántate y sigue a esos hombres; y cuando los alcances, diles: ¿Por qué habéis vuelto mal por bien? ¿Por qué habéis robado mi copa de plata? 5 ¿No es ésta en la que bebe mi señor, y por la que suele adivinar? Habéis hecho mal en lo que hicisteis. 7 Y ellos le respondieron: ¿Por qué dice nuestro señor tales cosas? Nunca tal hagan tus siervos.  (Gen. 44:1-7)

Vemos aquí que José se despide de sus hermanos y que ellos empiezan su viaje de regreso pensando que todo marcha bien. No tienen ninguna idea de que la copa de José esté en el costal de Benjamín. Al alejarse un poco de la ciudad, una compañía los alcanza.  Los acusan de robar la copa de José. Y añaden que José utilizaba esta copa para adivinar. Recordemos que José era profeta y que le era posible predecir el futuro. Sabemos que esto es verdad porque interpretó él mismo los sueños del jefe de los panaderos y del jefe de los coperos, y aún del mismo Faraón. Puede ser que haya usado esta copa para adivinar, o quizá el mayordomo creía que la usaba con este fin. Pero, debemos comprender que su don de la profecía era un don que procedía de Dios, es decir, un don que Dios le había dado, y que esto era antes de que estuviera escrita cualquiera revelación o profecía Bíblica. Nunca debemos coger una taza y estudiar las hojas del té. Ni debemos contemplar el horóscopo, con el cual se involucran tantas personas. Es una tontería absoluta y una trampa diabólica. Eso revela la triste condición espiritual de las personas que hoy en día acuden a tal tipo de cosa. Pero, José tenía un don y no estaba en la copa. Su don, procedía de Dios. Y aquí tenemos que detenernos por esta oportunidad, amigo oyente, para continuar con esta interesantísima historia en nuestro próximo programa. Le recordamos solicitar sin demora, las notas y bosquejos de estos estudios bíblicos que enviamos gratuitamente a quien las solicite. Pídalas a la dirección que le daremos en unos instantes. Será, pues, hasta nuestro próximo programa, amigo oyente, es nuestra oración ¡que el Señor le bendiga!

Leer 1211 veces
Valora este artículo
(0 votos)